Novela Policiaca
Hamlet Alcántara
Foto: José Gabriel López Mejía
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Va a sonar bastante ridículo, pero que el té ese que me dio el Nagual me hizo efecto justo cuando estaba hablando con el gordo Colorado.
A pesar de que todo eso de volverlo a ver, ahora fingiendo ser Horacio el Hechicero sonaba bastante arriesgado, algo en ese momento me tranquilizaba.
Mi mente estaba clara como nunca antes.
– Creo que tendrán que esperar un poco.
– ¿Qué?
– Sí. Ustedes quieren que les haga una buena limpia, para que todo les salga bien en un plan que tienen. Un negocio ¿No es así?
– Bueno si pero…
– En unos días más la luna estará en la posición exacta, junto con algunos planetas y constelaciones, antes no puedo asegurarles que mi trabajo les sea de provecho.
El marrano estaba tan impresionado como yo. El Nagual escuchaba todo atentamente y sonreía, como si un padre mirara a su hijo dar sus primeros pasitos.
– Es que nos urge que nos hagas el trabajito hechicero…
– Bueno ustedes quieren que les garantice el éxito y eso tiene que esperar, si lo hago en este momento no puedo garantizarles nada. Los Dioses recomiendan esperar, pero ustedes deciden.
– Como sabes que somos varios. Te dije que un amigo está interesado en tus servicios.
– ¿Entonces me equivoco? –la pregunta sonaba más a afirmación y clarito sentí como el gordo Colorado se puso bien nervioso.
– No exactamente… pero.
– Mira Rogelio si ustedes se aferran y siguen con sus planes, veo tragedia en su futuro. Ahora los Maestros del Cosmos no me especifican bien. No auguran tampoco buenos resultados. No quiero sonar muy temerario pero podrían morir en el intento.
Pinche Gordo. Tragó saliva y no pudo contestar al momento. Seguro estaba asustado.
– Bueno ¿Entonces qué es lo que nos recomiendas?
– Esperar. En un par de semanas las constelaciones estarán a su favor, es probable que no tengan que derramar sangre y el jerarca seda a sus peticiones sin mayores problemas –esto de ser un hechicero ya me estaba gustando. Realmente no sabía de donde me estaban saliendo todas estas estupideces, pero tenía la clara sensación de que el marrano estaba tan aterrado, que hasta podía verlo empapado en sudor.
– Voy a hablar con mi amigo y te devuelvo la llamada –estaba tan ansioso por colgar que ni siquiera espero a que me despidiera.
El Nagual estaba ahí parado, con su misma sonrisota estúpida y yo sabía que estaba por decir algo.
– Bienvenido Horacio el hechicero.
– Me la aventé buena ¿Verdad?
– Bueno le has advertido a los malos que no es un momento propicio para hacer lo que pretenden hacer. Por fortuna no te van a hacer caso.
– ¿Qué? Inventé todas esas cosas para evitar encontrarme de vuelta con el gordo Colorado, no me salgas ahora con que crees todo lo que dije.
– Lo dijiste porque algo dentro de ti te impulso a hacerlo, eso pasa cuando ya has sido iniciado en el camino de la magia…
– ¿Iniciado?
– Los Antiguos Mayas llevaban a cabo un ritual para iniciar a sus sacerdotes o chamanes. Un ritual de iniciación en el que debían ser tragados por la gran serpiente y después está debía vomitarlos convertidos en sabios. Morir para renacer. Es el ciclo de la vida hermano mío. Así como la semilla cae en la tierra y germina para florecer de nuevo.
– Yo no he sido tragado por ningún monstruo.
– Lógicamente. Imagino que los Antiguos Mayas tampoco eran tragados por una gran serpiente, era sólo una alegoría. Pero si formaban parte de un ritual esotérico mediante el cual debían llegar al centro de la tierra y florecer como la semilla. Visitar Mictlán el mundo de los muertos y convertirse en una persona nueva ¿Te suena familiar eso?
– Bueno es que…
– Si tú moriste. Tocaste fondo. Estuviste preso y ahora Javier Calavera está muerto. Esa parte del ritual ha sido concretada.
– ¿Qué quieres decir con esa parte del ritual?
– Esto todavía no ha terminado. Cuando el niño nace necesita un guía para poder sobrevivir y finalmente ver la luz. Ahora tú eres un niño. Horacio el hechicero está en la infancia de su nueva vida.
– Hablas muy bonito, pero no tengo tiempo para estos juegos.
– Es por eso que a ti los Maestros del Cosmos te han forjado con fuego. Tú has sufrido en carne propia lo que en estos tiempos modernos los iniciados lo hacemos por medio de un simple ritual.
– Perdóname que te diga que no entiendo.
– No hay mucho que entender. Las cosas seguirán su curso y estoy seguro que con mi guía saldrás adelante.
Aunque me era difícil creer lo que estaba escuchando, conforme analizaba cada parte comprendía que algo nuevo estaba pasando. El gordo me había llamado porque él y sus amigos planeaban aventarse un jale. No sé si pretendían ya matar al Procurador o al Comandante Alatriste como me lo confeso aquel moribundo policía. Lo cierto es que muy probablemente, de alguna forma yo había podido adivinarlo y por eso el marrano se asustó.
– No trates de entender porque pasan las cosas. Lo único que puedo decirte es que ahora tu percepción psíquica va en aumento –este si que fuma de la más barata.
No dije nada. Porque de todos modos la cosquillita ahí estaba, y entonces recordé aquel hombre en el sueño. Ese que estaba en un rincón todo vestido de negro y que tuvo la capacidad de vernos. Así que le pregunté al Nagual por él.
– ¿Lo viste?
– No exactamente, percibí su presencia.
– ¿Quiere decir que no sabes quién es?
– No necesariamente tiene que ser alguien de este mundo. Estamos hablando de otros planos dimensionales y otras presencias. Quizás también era otro brujo que andaba por ahí en ese momento. La verdad no se puede saber con certeza.
Pinche brujo. Lo cierto era que el dolor de cabeza que traía se me había quitado por completo.
– Te ves mucho mejor que hace rato –me dijo el Nagual.
– Ese té tuyo resultó muy milagroso. Pero aún tengo una duda ¿A poco es cierto eso que dije de las constelaciones?
– Si –respondió el Nagual con una seguridad impresionante que me quedé helado –mira ven, voy invitarte a hacer un ejercicio de meditación, vas a ver que te vas a sentir mucho mejor.
No dije nada sólo lo seguí hasta una habitación que tenía varias ventanas y donde olía a flores porque tenía varias macetas.
Me pidió que me sentara en un tapete que estaba al centro.
– Ponte cómodo. Yo voy a dirigir tu meditación –encendió un incienso y puso música tranquila con sonidos de viento, mares y aves cantando –cierra los ojos y respira profundamente. Tienes que sentir como el aire que inhalas llena tus pulmones y la parte alta del estómago… pon tu mente en blanco.
Con la música, el incienso y el ambiente de total tranquilidad no me fue difícil concentrarme. No tuve tiempo tampoco para negarme porque pronto la voz del Nagual lo dominaba todo.
– Sigue el tono de la música… relájate… y en cada respiración, suelta tus brazos, tus hombros y relaja cada músculo de tu rostro –creo que en ese momento el Nagual se me acercó y puso su mano sobre mi cabeza. Pude escuchar su respiración y sentí como todo mi cuerpo era invadido por un calor inexplicable cuando soltó el aire que había inhalado.
Me relajé a tal grado que pronto sentí un sueño profundo y pesado. Ahora aunque quisiera no podía pensar en otra cosa que no perteneciera a ese momento.
– Quiero que te traslades a un jardín, el que tú quieras. Vas mirar una puerta tienes que atravesarla y de entre todas las flores que veas por el camino vas a elegir una…la que tú quieras –y así lo hice me deje llevar hasta una flor morada muy bonita y olorosa, parecía ser una lila. Pero ahí estaba de nuevo el lobo blanco con gris, ese que vivía con nosotros y desde un balcón pude ver de nuevo a la Morena saludándome.
Fueron unos minutos muy relajantes, una sensación muy extraña, de poder. Pero no de ese poder enfermizo relacionado con el dinero, sino de otra clase. Ahora sentía más confianza en poder convertirme para todos en Horacio, el hechicero.
– El color morado es el color de la transmutación, del cambio. Vamos por buen camino –me dijo el Nagual cuando le conté lo de la flor, y estaba por responderme que significaba el lobo y la Morena cuando sonó mi celular.
– Pareja se nos calentó el terreno. Me urge verte –era Moncayo.
Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.
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