Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José Gabriel López Mejía

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Hasta eso tuve un sueño bastante reparador. Será por la gran tranquilidad que se respiraba en la casa del Nagual. No tuve pesadillas y descanse bastante bien, hasta que de nuevo me despertó el celular.

– Calavera necesito verte ahora mismo –era el Coronel.

Ni siquiera me opuse tantito. Creo que también necesitaba saber que era lo que estaba pasando allá afuera.

Le pedí que la reunión fuera en la playa La Misión en un par de horas. Todavía tenía que ver cómo iba a salir de la cabaña que estaba en medio de la nada.

– Calavera no podemos… -trató de oponerse, pero a final de cuentas le hice entender que él estaba rodeado de escoltas y yo era un criminal prófugo sin más seguridad que mis sentidos y aceptó.

Tomé un baño rápido y me arreglé. El Nagual no se veía por ningún lado.

Salí de la cabaña. Se respiraba el aire puro de la naturaleza, pero por más que buscaba no había rastro de civilización.

Caminé hasta la desvencijada reja negra que había abierto Evodio para meter la camioneta a la propiedad.

Había un par de casas similares a la cabaña del Nagual, con patios grandes y rejas de acero. De una de ellas salió un hombre en una camioneta chica con la caja repleta de leña.

Le hice señas y se acercó.

  • Buenos días vecino ¿Podría darme raite a la carretera? –El tipo se me quedó mirando, luego recorrió con la mirada la propiedad del Nagual.
  • ¿Vive aquí?
  • Vengo de visita. El dueño es mi amigo –quise preguntar si conocía el Nagual, pero no lo hice.
  • Súbase.

Pude notar su desconfianza. Y la confirmé un par de minutos después.

  • Nunca hemos visto por aquí al dueño de esa cabaña ¿Cómo me dijo que se llamaba? –me preguntó.
  • Horacio Ceniceros para servirle –fue el primer nombre que se me ocurrió. No iba a decirle soy el policía Javier Calavera, prófugo de la justicia. –Bueno mi amigo no es muy sociable, es más bien huraño.
  • ¿Huraño? Nunca lo hemos visto. Es más todos por aquí piensan que esa casa está embrujada. Usted es la primera persona que vemos por aquí, por lo menos en el día. Algunos vecinos dicen haber visto gente haciendo rituales en la zona esa que llaman temazcal. Otros dicen que ahí se aparecen animales o seres que no son de por aquí ¿No sé si me entiende?
  • No se crea de esas cosas.

No supe que decir. Sin duda ese tipo de historias son del Nagual.

Fue la media hora más larga. Me fue tan difícil explicar cómo había llegado en medio de la noche, que creo que el hombre que dijo llamarse Eladio no me creyó. A final de cuentas pude cambiar de tema, y hasta amigos nos hicimos.  

  • Si ocupa algo no dude en buscarme, Ya sabe dónde vivo –me dijo cuándo me bajé.

Eladio no sólo me dio raite a la carretera me llevó hasta La Misión. 

Espere al Coronel unos minutos y ahí ya en la civilización me agarró de nuevo la psicosis.

– Ya rasúrate Calavera, apenas te reconocí –junto con el Coronel venían varios gorilas que descaradamente agarraron posiciones, y con sus rifles en la mano estuvieron custodiando nuestro encuentro, causando asombró y temor entre varios paseantes que pasaban por ahí.

– ¿Cómo está Coronel? –le respondí ignorando su comentario.

– Ya ni la amuelas. Aquí vamos a levantar muchas sospechas.

– Si quiere podemos subirnos a su camioneta, y nos vamos a donde quiera –y así lo hicimos. Nos regresamos a Tijuana.  

– Ese Don Paulino no tardó en armarse y hacer un caos en la calle –aunque el Coronel se veía enojado, no perdía la línea y aunque hablaba fuerte no decía una sola grosería, y debo confesar que con su firmeza no le hacían mucha falta.

– Ustedes fueron los de la idea, no yo mi Coronel.

– Andan desaparecidos el Comandante de la Penitenciaría, uno de sus colaboradores y los policías. Luego irrumpieron en un hotel de lujo y al parecer se llevaron al dueño o a uno de los gerentes, además de que acribillaron a dos mafiosos ahí mismo. Esto es una verdadera guerra y tú haciéndole al policía chino…

– Mire mi Coronel párele a su carro, para empezar yo me tengo que cuidar las espaldas sólo y eso del hotel, déjeme decirle que ahí estaba hospedado. No dudo ni tantito que esos hijos de la chingada me buscaban a mí, porque esto es un verdadero cagadero.

El Coronel guardó silencio por un minuto cuando miró mi reacción.

– ¿Cómo esta eso de que tú estabas ahí hospedado?

– Gracias a sus grandes ideas, Don Paulino comenzó a sospechar de mí y al principio me mantuvo ahí en calidad de detenido, hasta que me fui ganando su confianza de nuevo. Con decirle que al principio hasta el celular me quitó y lo debo traer bien intervenido. Usted cree mi Coronel que son enchiladas las que ando haciendo.

– Sabes que tienes todo mi apoyo Calavera…

– Si pero en vía de mientras tengo que cuidarme sólo, porque ni modo que me lo meta de llaverito en la bolsa. Así que le voy a pedir que disculpe las burdas medidas de seguridad que tomó, pero ¿si no me cuido yo quien?

– Si te entiendo, y no sabes cuanto te agradecemos tu colaboración…

– Pues si pero de agradecimientos no voy a sobrevivir –El Coronel es un hombre inteligente y de volada entendió la indirecta, por lo que sacó su chequera y le puso un número con varios ceros a un cheque al portador y me lo entregó.

– Por ahora es lo que puedo hacer por ti. Si requieres algo más házmelo saber.

– No se preocupe Coronel, con esto por lo menos de hambre no me muero. Voy a aprovechar para comprar otro celular, pero que no lo tengan colgado ni ellos ni ustedes con todo el respeto que me merecen.

– ¿Y qué me puedes decir de los desaparecidos?

– Que se olviden de ellos.

– ¡Eso no estaba en el trato! Eran agentes policiacos…

– Eran unos corruptos mi Coronel. Eso no me lo reclame a mí, la próxima vez que se pueda reunir con su nuevo amiguito el Don, pues ahí le dice.

– ¿Tú crees Calavera que a mi me gustó mucho eso de soltar un gato para cazar a las ratas?

– No lo sé. Ustedes lo decidieron. Sólo espero que de verdad sepan lo que están haciendo, porque yo no. Es todo lo que les puedo decir por ahora. 

El Coronel no dijo nada.

– Ahora hágame un par de favores mi Coronel, primero déme un aventón ahí a la Mesa y segundo dígame que tanto sabe sobre el ataque al Hotel.

– No mucho, estamos investigando, sólo te puedo decir que algunos testigos señalaron que los sospechosos iban disfrazados como policías municipales, hasta en patrullas clonadas y toda la cosa.

– Son efectivos, créamelo.

– Tú sabes más de lo que me has dicho Calavera…

– No mi Coronel, pero por lo que he vivido últimamente le puedo asegurar que las corporaciones policíacas están más infiltradas de lo que usted y yo pensamos, así que hay que tener mucho cuidado.

Poco después estábamos cerca de donde quería llegar. Le pedí al chofer que se detuviera para poder bajarme.

– Mucho cuidado Calavera. No te dejes ver mucho por las calles, recuerda que te dan por muerto y eso nos conviene más…

– Me quieren muerto que es muy distinto, pero no se preocupe no creo que me toque todavía –le dije y me despedí.

Miré la hora en el reloj de uno de los establecimientos de la zona. Según mis cálculos Moncayo debía andar comiendo y haciéndole al galán con una de las meseras en la fonda de costumbre.

No cabe duda que el ser humano es un animal de costumbres, y este cabrón un blanco fácil para que lo acribillen por andar de caliente.

No entré a la fonda. Desde afuera le marqué a su celular.

– Sal de la fonda –le dije en cuánto me contestó.

– ¿Quién habla?

– Tu padre. Sal ahorita –y corté la comunicación.

Sorprendido Moncayo salió. Eso si con una mano en el fierro como buen perro desconfiado que es.

– Calavera ¿Eres tú?

– Si pareja, pero no la hagas de pedo y cáele para acá.

– Espérame nomás deja pago en chinga la comida y te alcanzó.

– Voy a estar acá a la vuelta, cerca de donde está tu carro.

Nos subimos a su carro y hasta entonces me abrazó como si hubiera reencontrado a su hermano perdido el cabrón.

– Apenas y te reconocí pareja, andas bien camuflajeado.

– Esas la idea parejón. Ahorita las cosas están que arden.

– Te pasaste de lanza. Todos te dábamos por muerto. Valeria todavía no se recupera del trancazo, pero le va a dar gusto a ella y al Mata saber que estas bien.

– No pareja yo debo seguir muerto para todos. Sobre todo para ese cabrón del Mata, ni se te ocurra mencionarle que sigo vivo y libre. A Valeria ya veré el momento de decirle, pero nadie más debe saber esto.

– El Mata es compa y te aprecia, yo creo que deberías…

– Mira pareja el Mata es un pinche traidor que trabaja para la maña. De hecho deberías cuidarte de él porque tiene planeado ponerte como lo hizo conmigo.

– ¿De dónde sacas esas chingaderas? El Mata es leña.

– Pareja escúchame, no seas pendejo. Por ahora no puedo darte los detalles de cómo me entere, pero confía en mí. Ese bato en cualquier momento te va a poner un cuatro junto con Batista y Galindo de Asuntos Internos. Los cabrones trabajan para los Malacón y van por ti y por el Comandante Alatriste, por eso vine a advertirte, para que te pongas trucha, y no te vayan a venadear pareja. 

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

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