Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José Gabriel López Mejía

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 – A ver mi Coronel barájemela más despacio ¿Cómo que al matadero?

– Como te dije ya interrogamos a todos tus amigos, y el custodio que los acompañaba los llevaba a una trampa.

Pinche Coronel. Ahora resulta que estábamos en una trampa. Como le gusta hacerle al enzarapado al militarcito este.

– No pues usted sí que me sorprende cada día más mi Coronel ¿Cuál trampa?

– Los iba a entregar con la gente de los hermanos Malacón.

– ¡Ah caray¡ Los hermanos Malacón ¿Qué no a dos de ellos se los llevaron los federales a la capital?

– Sí. Pero aún anda libre Lucas Malacón, y otro hermano del que no tenemos mucha información.

– Todavía no entiendo mucho.

– Ahora tenemos información confirmada, de que el motín en la penitenciaría tenía como objetivo principal asesinar a Don Paulino y su gente clave, incluyéndote. Y querían aprovechar para liberar a ciertos reos que están de su lado.

– Bueno eso de que nos iban a asesinar se lo dije…

– Teníamos poca información que nos vino a complementar tu amigo el celador. Por eso era necesario sacar a Don Paulino. Sólo que se nos adelantaron los acontecimientos.

– Hay una cosa que nunca me ha gustado mucho mi Coronel. Usted tiene acceso a cocaína y mucho interés en este narcotraficante ¿Dígame para quién trabaja realmente?

– Si lo que quieres decir es que trabajo para la mafia, sólo puedo decirte por ahora que estas equivocado Calavera.

Pinche Coronel. Siempre con sus chingaderas, y yo aquí en medio de sus juegos haciéndole al misterioso, al pinche policía chino, misterioso y pendejo.

– No me salga con eso mi Coronel. Estoy en medio de esta chingadera creo que tengo derecho a saber que terreno estoy pisando.

– Estas del lado correcto Calavera, y lo que estamos buscando es el control que ahorita está completamente perdido.

– ¿Control?

– Tú y yo sabemos que esto del narcotráfico no se va a acabar, porque mientras existan consumidores habrá alguien que le surta la droga. A nosotros nos toca solamente que esto no se salga de control. Es decir mantener a raya a todos esos cabrones. Lamentablemente los hermanos Malacón han logrado infiltrar a todas las policías de la región, y ahora no sólo se conforman con traficar droga, sino que también están secuestrando y asesinando gente decente. Eso está tronando la economía.

Pinche control. Desde hace tiempo que lo perdieron. No me imaginaba como encajaba Don Paulino en todo este choro del control, pero bueno siempre hay que conceder el privilegio de la duda, y más cuando ya estas metido hasta el copete en el asunto.

– ¿Ya estas entendiendo?

– No mucho.

– Fácil Calavera, para eliminar una plaga tienes que soltar a otra. Lo que tenemos que hacer es que esa otra plaga este de nuestro lado, y nos rinda cuentas.

– ¿Quiere decir que ya tenían los ojos puestos en Don Paulino desde hace rato?    

– Desde antes de que tú cayeras preso. Teníamos información de que seguía haciendo negocios desde el interior de la penitenciaría. También supimos de su reciente rompimiento con los hermanos Malacón, pero no habíamos podido hacer contacto con él, porque nuestros infiltrados eran empleados y no internos.

– Hasta que yo llegue…

– Así es.

Pinche Coronel. No quiero pensar que todo esto lo planeó el canijo para meterme de infiltrado a la cárcel sin que lo supiera.

– Pues con todo y sus infiltrados, si no es por mi nos matan, y su misión se va al carajo, porque su operativo nunca llegó por nosotros como habíamos quedado.

– El último de nuestros infiltrados apareció dentro de un tambo apenas ayer. Era un custodio de la penitenciaría al que secuestraron fuera de su domicilio hace unos días.

– Creo que debió decirme que teníamos contactos ahí en la cárcel…

– Las cosas no son tan sencillas como parecen Calavera. En cuanto desapareció nuestro contacto comenzaron los motines. De hecho las broncas por allá siguen. Se pusieron peores.

– ¿Bueno y que les dijo el Mingo? ¿Cuáles eran sus planes? ¿Para quién trabaja?

– Si te refieres al celador que los acompañaba, trabaja para el Comandante Cervantes de la prisión. Pretendía cobrar por la fuga a Don Paulino y después entregarlos con su jefe. De hecho ya los estaban esperando afuera varios cómplices del tal Mingo armados hasta los dientes. Por suerte pudimos interceptarlos. La mayoría de ellos escapó, pero uno resultó lesionado en el tiroteo y lo tenemos bien vigilado en un hospital privado. Planeaban desarmarlos y llevarlos a una casa de seguridad hasta poder cobrar la fuga. Ya después los entregarían con Lucas Malacón.

Estaba sin palabras. No sabía ni en que creer. Creo que el Coronel adivinó mis pensamientos, porque enseguida dijo que tenía pruebas de todo lo que decía, y la confesión del propio Mingo.

– Vamos a ir por Cervantes. Es nuestro siguiente paso.

– Bueno es que si Cervantes organizó el motín, no veo porque al mismo tiempo nos ayudo a salir de la cárcel.

– Creo que cuando secuestraron a nuestro contacto supieron de nuestros planes de sacar a Don Paulino de prisión. Así el motín no le garantizaba el éxito en cumplir su objetivo, que eran ustedes. De alguna manera pensó que era mejor tener orejas en ambos lados. Por lo que nos dijo el celador, lo de la fuga no estaba dentro de los planes de Cervantes, pero le ganó la ambición y decidió aventarse por la libre.

Pinches enredos. Simplemente me le quedé mirando de nuevo al Coronel sin decir palabra.

– ¿No te cuadra mucho la historia verdad? Pues a ver si con esto me crees. En realidad quien tenía la misión de vigilarte y sacar información sobre la fuga era un tal Ocampo, otro celador. El Mingo entró cuando les pediste secuestrar a un recluso, un tal Pacman. El tal Mingo miró que Ocampo podía echarlo todo a perder por su nerviosismo. Incluso estuvo a punto de hablar con Cervantes para pedir apoyo y detener la Operación Fuga, y de ese modo se le irían de las manos los 400 mil dólares. Por eso lo asesinó.

– ¿Lo asesinó?

– Tuvimos una noche larga con tu amigo el Mingo, y aunque al principio se resistió, terminó dándonos todos los detalles. Si mató a su compañero Ocampo cuando tú les pediste que fueran a verificar como estaban las cosas fuera de la zona VIP. Ocampo estaba muy nervioso, y para entonces al Mingo le había entrado la ambición. Ya tenía planeada la fuga, que se convertiría en un secuestro y después en su muerte. Por suerte para ustedes pudimos llegar antes. Nos topamos con los amigos del celador que se pusieron nerviosos pensando que se trataba de la policía. Po eso huyeron disparando, pero dejaron a un herido en el camino.

– ¿Y cómo saben que era la gente del Mingo?

– Porque el herido es un excelador de la prisión, que recibió varias llamadas a su celular precisamente del Mingo.

– ¿Bueno y como le hizo el Mingo para matar a Ocampo?

– Le ayudaron unos reos que estaban por ahí. Lo picaron y luego lo echaron al fuego. Fue cuestión de minutos.

– ¿Interrogaron a todos los demás?

– No como al celador. A él lo interrogamos porque el herido pudo confesar algunas cosas a los compañeros que se encargaron de detenerlo, y llevarlo a un hospital privado. Por eso ya traíamos un norte, pero no hemos hablado mucho con los otros. El que estaba más herido está también recibiendo atención médica.

– ¿Y ahora que sigue?

– Por lo pronto que te des un buen baño y te cambies de ropa. Luego que hables con Don Paulino para tranquilizarlo. Ya después vamos a ir por Cervantes.

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

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