Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José Gabriel López Mejía

53

El Coronel se quedó helado.

– ¿Me escuchó? ¿Sigue ahí?

– ¿Cómo te metiste en eso Calavera?

– Mire Coronel no tengo tiempo para muchas explicaciones. No me metí en nada. Desde afuera se dio la orden para matarnos, y es cuestión de tiempo para que pidan apoyo a la policía o nos atrapen los reos que tienen la consigna de asesinarnos. Lo que suceda primero.

– Es que… dame tiempo para ver qué puedo hacer.

– Creo que usted no me entiende. No tenemos tiempo.

– Voy hacer un par de llamadas. Espero en una hora llegar por ustedes.

Una hora. Pinche Coronel, ahorita se va a tirar a dormir y aquí que nos cargue la chingada a todos. Ya no le dije nada.

Entre que son peras o son manzanas me tenía que rascar con mis propias uñas. Y mientras se oía el desmadre allá afuera.

Don Paulino regresó un poco más entero, con la pistola fajada en la cintura, acompañado del Santi.

En ese momento entró otro reo todo agitado, gritando que Don Paulino había mandado a matar al Pacman y por eso había empezado todo este desmadre.

– ¿Qué está pasando Calavera?

– Mire Don Paulino le dije que teníamos que devolverles el golpe a estos cabrones. Lo que le puedo decir es que nos quieren matar, y sólo es cuestión de tiempo para que lo intenten.

– ¡¿Mataste al Pacman?¡

– La verdad sí. Se nos pasó un poco la mano.

Soltó la carcajada. Por un momento llegue a pensar que Don Paulino se iba a encabronar, pero en cambió se soltó riendo.

– Eres un cabrón Calavera. No cabe duda de eso.

– Don Paulino hay un desmadre allá afuera. Hasta ahorita hemos podido evitar que entren para acá algunos reos de las áreas comunes que vienen por usted –siguió diciendo el recién llegado.

– ¿Y ahora que vamos a hacer?

– ¿No tienen más armas? –pregunte.

– Creo que puedo conseguir un par de pistolas más –dijo el Santi.

– Pues te estás tardando parejón, necesitamos resistir. Acabo de hablar con mis contactos en el exterior, y es cuestión de tiempo para que monten un operativo para sacarnos de aquí.

El Santi y el recién llegado se fueron a buscar las armas. Mientras tanto yo no soltaba el tolete que me habían dado Ocampo y el Mingo.

– A ver Calavera ¿Y qué más te dijo el parasito ese del Pacman antes de que lo despacharas?

– Que Cervantes fue quien asesinó y torturó al Pibe por órdenes de gente de fuera…

– ¡Estos hijos de la chingada¡

– Sí. Don Paulino todo esto que está pasando era cuestión de tiempo para que empezara. Sólo que agarraron de pretexto lo del Pacman para empezar de una vez.

– ¿Y quiénes son los que van a venir por nosotros?

– Mi contacto es un exmilitar retirado. Tiene sus contactos en el gobierno.

– ¿Y si es una trampa?

– Mire Don Paulino le voy a decir algo: desde que llegue aquí me encomendaron contactar con usted. No sé porque pero les interesaba mucho sacarlo de aquí.

– No me gustan los tratos con el gobierno ¿Qué tal si me quieren entregar a los gringos?

– No creo que ese sea el caso. Además se nos agotaron las alternativas, nos arriesgamos con ellos o nos la rifamos con la gente de Cervantes y los Malacón.

– ¿Los Malacón están detrás de todo esto?

– No me diga que no lo sospechaba.

– Mira Calavera, como te lo dije una vez no me gustan las chingaderas. Tú me respondes por lo que pase.

– No estoy de humor para recibir amenazas. Si no le gusta como estoy haciendo las cosas, me puedo largar en este mismo momento y usted se las arregla. No entiendo cómo es que un capo como usted no tiene gente para que venga a rescatarlo.

Alcance a ver qué agarró la cacha de la pistola, y se me quedó mirando fijamente.

– Siempre he respetado a la gente que tiene huevos para hacer las cosas, pero no abuses Calavera. Vamos a hacerlo a tu modo, mi gente allá afuera anda a salto de mata, necesitaría un par de días para reunirla. Hagámoslo a tu modo.

Pinche Don Paulino. Si es de arrestos el viejo, pero ahora estaba metidos en el mismo hoyo y teníamos que encontrar la forma de salir.

El Mingo fue el primero en regresar. Ya traía una escopeta en las manos, estaba sudando y por lo visto había venido corriendo hasta acá.

– ¿Cómo están las cosas allá afuera?

– Los sureños están quemando todo. Varios de los paisanos y maicerones de aquí pusieron como barricadas. Por eso no han podido llegar hasta acá, y los compañeros de las torres ya están listos para disparar. Cero que ya hay varios muertos.

– ¿Y Cervantes? –pregunté.

– En su casa seguramente.

– ¿Dónde está Ocampo?

– No cuentes mucho con él. Tiene rato que no lo veo por aquí.

– ¿De dónde sacaste el rifle?

– Uno tiene que ser precavido ¿Pero mejor dime que es lo que vamos a hacer ahora?

– Esperar un poco –no sabía que más decir. Tenía la esperanza de que el Coronel estaba haciendo las llamadas necesarias para sacarnos de aquí.

– Aquí no estamos muy seguros. Hay que buscar la forma de salir. Yo puedo sacarlos, tengo unas llaves que nos pueden llevar al exterior.

– ¿Y hasta ahora lo dices?

– Es que todo cuesta en esta mi vida mi estimado. Tengo las llaves pero les van a costar.

– Mire mi compa usted no se preocupe por la feria. En cuanto nos saque de aquí nos arreglamos.

– Mejor vamos hablando de números desde ahorita, porque no me gusta tener malentendidos después. ¿Qué le parecen 250 mil dólares? Incluso puedo hacer una llamada para que nos esperen allá afuera.

Don Paulino se me quedo mirando.

– Ya le dije que mi gente está por llegar –le dije, pero no muy convencido.

– No quiero presionar Calavera, pero no les queda mucho tiempo antes de que pidan apoyo a la policía y esto se convierta en un verdadero infierno. Si quieren pensarlo yo voy a dar una vuelta aquí afuera a ver cómo están las cosas y en cinco minutos regreso. Espero que para entonces tengan una respuesta.

Pinche Mingo. Salió filosito el compa. No cabe duda que a río revuelto ganancia de pescadores.

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

#QuédateEnCasaYLee
#ColecciónEditorialDictamenBC
#ApoyaAlEscritorIndependiente
#AyudaOPromueveCompartiendo

admin

Entradas relacionadas

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *