Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José  Gabriel López Mejía

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Un guardia era el encargado de vigilar nuestra plática. De pronto se acercaba tanto y con una mirada de perro que Moncayo fue el primero en molestarse.

– Oye mi compa esto es una conversación privada

– Y por si usted no se ha dado cuenta esto es la peni –contestó el custodio enfurecido, pero para las pulgas de mi compa en vez de intimidarse se encabronó.

– Mira hijo de tu pinche madre soy “once”, así que a mí no me vengas con mamadas –, y enseguida le puso su placa en la cara para confirmar la clave que lo acreditaba como agente.

El tipo se le quedó mirando todavía con coraje, pero le bajo de tono.

– Mire mi jefe sólo estoy haciendo mi trabajo.

– No lo voy a sacar de aquí, así que si me puedes hacer favor vigila desde allá –y le señaló la esquina del salón.

Se fue de mala gana. Al rato, sin darnos cuenta, ya eran dos los guardias que rondaban la zona de visita, sobre todo por el rumbo donde estábamos sentados.

– Estos batos creen que nos vamos a tragar esa cura de que el preso se suicidó. La están jugando. La están haciendo cansada para entregar el cuerpo. Han de creer que si está golpeado se le va a quitar con magia.

– ¿Dónde está el cuerpo?

– En la celda donde dizque se suicidó.

– ¿Y cómo saben que no es su celda?

– Porque después de hacerla bien cardiaca nos entregaron las listas. El muertito estaba en la zona que le dicen VIP. Ahí donde estás tú. Valeria ya nos fue a contar que se la pasó en la carraca y toda la cosa. Me cae que vives mejor aquí que afuera canijo.

– Ni te creas.

– A lo mejor tú conoces a la víctima.

– ¿Cómo se llama?

– Creo que le decían el Pibe, porque era colombiano. El Pibe Baldosa. Me imaginó que así te sabrán dar razón de él.

– ¿Y cómo explican que haya estado en una celda lejos de su carraca?

– Según esto, en esa celda se reunía con otros presos a jugar domino y a platicar. Hay un preso incluso que dice que estuvo jugando con él horas antes. Terminaron el juego y se salió a buscar algo de comer y cuando regresó el Pibe se había suicidado. Dizque lo había visto muy deprimido.

– Voy a ver que investigo. Creo que si lo había visto un par de veces por ahí. Buen tipo. Muy sonriente. No creo que sufriera de depresiones.

– Más que eso, parece que tenía billetes. Estaba preso por delitos contra la salud y su vieja, aparte de que está rebuena, anda en un carro del año y no creo que lo haya sacado a crédito. De hecho de la oficina del Procurador le encargaron mucho el caso al Comandante Alatriste. Échanos la mano y yo voy a subir la señal con la gente del Procu para ver en que te pueden ayudar.

– Por lo pronto ocupo otro favor. Como podrás ver las cosas por aquí se están poniendo feas, aparte del Pibe, acuchillaron a un amigo. En este momento lo deben estar trasladando al hospital. Ahí te encargó que investigues a ver que puedes sacar.

No sé si eran mis nervios, pero sentí que además de los custodios, algunos de los internos que estaban con sus familiares andaban nomás parando oreja a ver que escuchaban. Aunque creo que también Moncayo sintió eso, porque de volada se despidió y me dijo que necesitaba continuar con las diligencias del caso.

No sé porque, pero tenía la sensación de que las cosas se podían poner feas en cualquier momento.

Moncayo se despidió, y aunque los guardias se me quedaron viendo con un odio que me pateaba el rostro, no me hicieron nada. Sólo uno de ellos me siguió hasta donde estaba Ocampo cuidando la entrada de la zona VIP, según él muy discretamente, pero bien que me di cuenta de que venía tras de mi.

– Quedó listo tu encargo Calavera. Tu amigo ya debe estar llegando al hospital para que lo atiendan.

– Muchas gracias –le hice una señal para que me siguiera a donde nadie nos pudiera escuchar – ¿Qué sabes tú de lo que le pasó al Pibe Baldosa?

– ¿Cómo te enteraste? –me preguntó preocupado.

– Eso no importa.

– Las cosas se van a poner muy mal cuando Don Paulino se entere.

– ¿Entonces no se suicidó?

– Eso es lo que quieren manejar algunos compañeros. La verdad no sé. No pertenezco al grupo privilegiado por el Comandante Cervantes, pero no me tragó ese cuento del suicidio.

– Para bien la oreja a ver que escuchas y en un par de horas nos vemos en la carraca, creo que esta noche nos vamos a tener que aventar el jalecito que tenía pensado.

– Está bien.

Ahora me interesaba más investigar cómo estaban los ánimos entre la gente de Don Paulino, porque tenía la impresión que todo esto era una especie de complot contra ellos, y eso me podía incluir a mi también.

Me fui directito a la carraca del Santi. Lo encontré en el camino platicando con otros dos maicerones y los tres tenían una cara de velorio que no podían con ella.

– No he podido hablar bien con el patrón sobre tu asunto Calavera –se adelantó a decirme en cuanto lo saludé.

– No importa ahora quisiera hablarte de otra cosa –le dije después de saludar a los otros dos sujetos que estaban ahí.

– ¿De qué se trata? –lo jale para un lugar apartado, entendió la señal y se disculpo de sus acompañantes.

Nos metimos en su carraca.

– ¿Quién es el Pibe Baldosa?

Como lo suponía, Santi se sorprendió al escuchar ese nombre y me miró aún más preocupado.

– Es compadre del patrón, te lo presentaron en la fiesta ¿no recuerdas?

– Creo que sí.

– Anda desaparecido desde la bronca y hemos preguntado por él entre nuestros contactos, pero nadie sabe decirnos que le pasó. Parece que lo tienen en alguno de los tanques de castigo.

– No. La verdad es que lo mataron –en ese momento no encontré las palabras para decirlo más suavemente.

El Santi abrió los ojos tanto como pudo y estalló furioso.

-¡¿Estás seguro?¡

– La Procuraduría ya está investigando. Encontraron su cadáver en una celda donde supuestamente se suicidó.

– ¿Suicidio? ¿En una celda? ¡Esas son mamadas¡ ¿Y cómo dicen que llegó ahí?

– Que ahí jugaba domino con otros reos, y que lo vieron muy deprimido.

– ¡Esas son mamadas de la gente de Cervantes¡ El Pibe salía libre el próximo mes ¿Tú crees que iba a estar deprimido? El patrón se va a encabronar cuando se entere. Estos pinches sureños, quieren guerra y la van a tener.

– Hay que estar muy atentos porque no creo que esto haya sido un incidente aislado.

– ¡Claro que no¡ El pinche Cervantes nos quiere sacar de la jugada.

– No te preocupes mi Santi, voy a seguir investigando. A ver si un rato me llevas con el Patrón para darle mis condolencias.

– Sólo espero que sea información fidedigna.

– Lamentablemente sí.

Me despedí de Santi con el pretexto de que tenía otras cosas que hacer y me fui a mi carraca para poder marcarle al celular a Moncayo.

Como desconocía mi número contestó medio sacado de onda.

– Soy Calavera. No le vayas a dar este número a nadie. Sólo quiero decirte que acabo de enterarme que el Pibe salía del “Vecindario” el próximo mes. No podía tener una depresión.

– Muy buen dato pareja. Voy a seguir investigando y te marcó cualquier cosa. 

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

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