Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José  Gabriel López Mejía

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Pinche dolor de cabeza. Pinches ideas dándome vuelta. Méndiga vieja que buena esta la desgraciada. A lo mejor no tiene ni madres que hacer o de verdad me aventé un buen jale porque sigue acostadota en la cama como Dios la trajo al mundo.

Que bien está la morra. La vuelvo a ver y me late. Si me viera mi Valeria. Mínimo ya me hubiera mentado la madre.

Es el trabajo mi reina que le vamos a hacer. A los que somos así no nos queda otra que sacar la basura, y a huevo nos tenemos que ensuciar. Eso si que buenas ensuciadas da esta mendiga güera. Para mi que el cabrón de don Paulino la mando a sacarme la sopa, porque entre beso, copa y calentada como chingaba con sus preguntas estúpidas. Me cae que ni la despistan estos cabrones, y a mi que me lleva la chingada con este dolorcito de cabeza.

Creo que tenía un buen rato sin ponerme una peda de estas. Es más creo que todavía me da vueltas todo, y de perico ni se diga. Pues ni pedo. Ya estoy en esto y me tengo que desafanar a como de lugar.

El pinche Coronel se ha de estar cagando de la risa el desgraciado. A estas horas le han de estar sirviendo el almuerzo en su casa de la playa, y mientras yo aquí partiéndome la madre. Jugándole al espía.

Me cae que si don Paulino empieza a sospechar algo me va a cargar la chingada. Para mí que no le cuadra mucho la idea de que me voy a pelar de aquí. Por eso me mandó a la güerota para ver si le suelto prenda.

Lo que no sabe el cabrón viejo que no soy de los que se emborracha, y empieza a abrir el hocico a lo pendejo.

Me acuerdo que así le pasó a un compa. En un jale que nos aventamos cuando existía la Policía Secreta en la Ciudad de México.

Yo era muy joven para andar de infiltrado. En el grupo en el que estaba nos aventábamos puros jales  bien pesados.

El bato que nos mandaba era un comandante al que la raza conocía como el Fantasma, porque decían que nadie sabía dónde se iba a aparecer, pero cuando lo hacía valía madres. Era cabrón el ruco.

El hombre de confianza del Fantasma era un compa al que conocíamos como el Pelos. La verdad que yo era un morro en pañales jugando a ser espía cuando esos dos ya eran unas leyendas negras de la corporación. Y bueno yo había tenido la suerte de caer en su grupo.

No me puedo quejar el Fantasma me trataba a toda madre, pero nunca me mandó a ningún jale de encubierto. Más bien me traía de su gato el cabrón. Pero yo aguantaba la vara porque estaba aprendiendo un chingo con ellos.

Total que el Pelos ya tenía varios meses de infiltrado en una universidad pública chilanga porque teníamos informes que los cabrones estudiantes andaban de subversivos y desde la Presidencia había órdenes de clavar a los rojillos estos.

El pinche Pelos hasta de hippie andaba el canijo. Tenía rato viviendo en el dormitorio en Filosofía y Letras.

No sé porque pero siempre esos pandrosos que se sienten intelectuales son los que andan detrás de todas las grillas, será porque sienten que pueden cambiar el mundo los hijos de la chingada.

Para no hacer el cuento largo el Fantasma ya andaba tras el lidercillo del grupo: un mugroso greñudo que la jugaba al macizo, y aparte le encantaba la mota.

El Fantasma y el Pelos creían que ya era cuestión de tiempo para atorar al macizo y acabar con el movimiento, pero les salió más vivo el cabrón.

Una noche se organizó un fiestón en la Facultad y el Pelos tuvo que asistir para no levantar sospechas. Con lo que nunca contó fue con que ya lo traían bien ubicado los mendigos estudiantes. Lo pusieron bien pedo y moto y término de soltar toda la sopa. Pero lo peor fue que por una piruja empezó a pelearse con uno de los estudiantes y como ya lo iban a madrear, el pendejo que saca la placa.

Error.

Nunca cuando andes de infiltrado muchacho, por nada del mundo saques la placa, me dijo ese día el Fantasma bien encabronado porque tuvimos que entrar por el Pelos a la universidad. El jale de tantos meses se cayó en un segundo. Eso sin contar que los estudiantes estuvieron a punto de matar al Pelos.

El macizo del movimiento se peló, y al Pelos lo congelaron.

A muchos de nosotros nos reubicaron y creo que el Fantasma poco después desapareció.

Por ahí ha de andar el cabrón aventándose jales por su cuenta. El que nace para esto trae la cruz en la espalda, y ni modo a joderse.

Mírenme a mí, con un dolor de cabeza de la chingada y una pinche piruja bien buena, acostada en mi cama. Seguro la cabrona se ha de estar haciendo la dormida para ver que oye, pero se la peló porque aquí no se oye ni madres. Mejor me fui a buscar al Kelo para que me trajera una cerveza.

Ahorita vas a ver pinche güerita, deja que se me baje un poco este dolor de cabeza y te voy a volver a dar guerra. Quien te manda a quedarte en mi carraca hasta medio día.

Si quieres enterarte de algo, te va a costar otra revolcada. Total si me lleva la chingada cogiendo, pues que a toda madre.

Y sí. Al rato me trajo la cerveza el Kelo. La vieja bien jaladora hasta eso.

Hay Calavera estas bravo mi’jo, decía y luego a gemir como loca. Mientras yo como roble.

A mí se me hace que el amuleto que me mando mi compa el Nagual también es afrodisíaco.

– Bueno y a todo esto ¿Cómo me dijiste que te llamas? 

La ruca soltó una risa y de culero no me bajo, pero pues ni pedo la verdad no me acordaba ni como se llamaba. Además ni modo que se fuera a agüitar.

– Tú puedes decirme Pily. Ahí cuando te escapes me puedes ir a visitar. Trabajo en un table dance en el centro.            

¿Y esta que dijo?  Ahorita el pendejo del Calavera me va a soltar la sopa.

– ¿Quién dijo que me iba a escapar?

– Pues si nada más de eso te la pasaste hablando toda la noche, mientras me manoseabas y me besabas. Ya mejor ni te digo lo que me prometiste porque me voy a enojar si no te acuerdas.

No si de que las viejas son cabronas ni duda cabe. Ahora resulta que toda la noche estuve hablando de la fuga. Si ni siquiera tengo una condenada idea de cómo le voy a hacer. Para mí que el pinche Coronel nada más la está jugando y se ha de querer chingar a don Paulino y ahí voy de cebo. A ver si no me carga la pelona a mi también por andar de creído.

De pronto que me cortan la inspiración.

Era el Kelo tocando a la puerta.

– Jefazo me dijeron que era importante que le entregara esto.

Era una nota de periódico fechada con el día de hoy pegada en una hoja blanca.

– ¿Quién te dio esto?

– Aquel guardia que va allá venía acompañado con el gordo ese. Apenas y se ven jefe.

Pero yo si los alcance a ver.

El guardia no me parecía familiar, pero el otro si y no de aquí de la prisión. Estoy seguro que era el Gordo Ruelas, el jefe de escoltas del Procurador.

¿Qué chingados estaba haciendo el Gordo Ruelas aquí? Y para que me mandó esta madre.

Me cae que todo esto sigue sin gustarme.

Pinche piruja interrogándome. Sigue ahí echada en la cama desnuda como si estuviera en su casa, y no me ha pedido ni un cinco. A pero eso si como chinga con lo de la fuga.

Luego llega el Gordo Ruelas, le hace al policía chino, me deja una nota y se larga. No me chingues compadre. Aquí el Calavera que se la rife. Al cabo ya esta adentro el cabrón. Que chingones me salieron todos, pero conmigo no se va a poder. Hace falta más que esos jueguitos para acabarme.

Con ellos o sin ellos voy a salir de esta, y la cuenta la va a pagar quien tenga que hacerlo.

No me quedó más remedio que leer la nota:

Nuevas pistas en el caso del homicidio del periodista. Más policías podrían estar involucrados.

Que pinche novedad.

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

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