Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José  Gabriel López Mejía

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Esa fue la primera noche que pase con cierta tranquilidad. Claro con los riesgos propios de seguir en la Peni.

Así si baila mi’ja con el señor. No cabe duda que con dinero todo se puede. El Santi no tardo ni dos horas después de que le entregue la mitad del dinero, y ya estaba de vuelta con las llaves de la carraca.

– Por cierto el patrón está muy complacido con el regalo que le enviaste –estaba tan cansado que ya no le ponía mucha atención a lo que me decía.

Después de varios días de pasar la noche en vela, esperaba con ansias poder tirarme en una cama decente y dormir profundamente. Tanto como se puede en la Peni. Aunque debo reconocer que fue reconfortante a pesar de todo.

En mi nueva carraca tenía oportunidad incluso de cerrar la puerta con llave desde el interior, y por si fuera poco, ya no me tenía que formar con el resto de la población para el pase de lista.

Esa mañana sólo tuve que contestar presente, y asomar la cabeza por una de las ventanas para que los guardias me vieran y listo. No tuve que salir como el resto de los reos.

Esa misma mañana, gracias a la cruda que traía, descubrí que el Kelo había aprovechado la situación para convertirse en algo así como mi empleado, porque fue el primer rostro que mire en el pequeño patio enrejado que tenía frente a mi carraca acomodando unas macetas.

– Espero que le gusten las plantas patrón.

Con el hambre que traía no se me ocurrió preguntarle como se había enterado de mi nueva residencia. Lo único que hice fue encargarle unos chilaquiles verdes bien picosos ¿se podrá?

– Con lana todo se puede jefazo.

En menos de media hora el Kelo regresó con mi plato de chilaquiles, una botella de agua mineral bien helada y la noticia de que tenía visitas.

– Preferí decirle primero jefe antes de traer a su amigo.

– ¿Puede entrar hasta acá?

– Jefe está usted en el área de privilegiados. Claro que su visita puede pasar hasta acá. Es más su mujer se puede quedar las noches que quiera también. Digo por si le interesa saberlo.

Era más información de la que requería en ese momento, pero muy valiosa, porque me vino a la mente la imagen de Valeria de inmediato.

No creo que en ese momento pudiera tener una idea muy clara, porque la noche anterior la había pasado tomando un par de copas con el Santi, y la cruda lo único que reclamaba era probar alimento y el agua mineral.

Quince minutos más tarde los chilaquiles me volvieron a la vida junto con el agua mineral y mi sorpresa fue mayúscula al ver a Moncayo admirando el interior de la carraca.

– Válgame parejón que guardadito te lo tenías.

No tenía una respuesta para tal afirmación. Lo cierto es que no podía decir la verdad tampoco.

– Unos ahorros y unos ‘bisnes’ que salieron bien.

– Debieron ser muy buenos negocios pareja, porque esta celdita esta mejor incluso que tu cuchitril allá afuera.

Moncayo no era tonto, seguramente ya empezaba a sospechar algo, pero decidí hacer mutis.

– ¿Cómo van las cosas allá afuera pareja?

– Mejor cuéntame cono van aquí adentro. Las noticias llegan lento allá afuera pero llegan. Anduvo fuerte el rumor de que te querían matar, y ya después nos enteramos que lo intentaron. Incluso unos compañeros ya traen la investigación, pero Cervantes, el comandante de aquí es un perro.

En eso estaba de acuerdo. Algo raro notaba en Cervantes que no me gustaba nada.

– Pues a mi nadie me ha interrogado.

– No te digo que el mendigo de Cervantes se ha puesto sus moños. Quiso minimizar el problema el hijo de la chingada y dijo que había sido una riña, que todo estaba bajo control. Si me extraña que tengas estos privilegios.

– Ya sabes que tengo mis Ángeles de la Guarda –contesté más en tono de broma.

– Hablando de Ángeles de la Guarda tu amigo el brujo pordiosero te mando esto, me advirtió que sólo tu podías abrirlo y que te iba a servir en tu nueva misión.

La sola noticia me provocó un escalofrío, y después de entregarme un sobre de papel mugroso Moncayo continúo:

– Dijo que sabía que estabas en peligro en la cárcel, pero que esto te iba a ayudar. Me pidió que lo disculpara por no poder venir a verte de cuerpo presente. La verdad pareja se me enchino la piel. Para empezar no sé cómo me encontró.

Una vez que volví de mi asombro le ofrecí algo de comer o tomar. Pidió un jugo de naranja que le encargue al Kelo. Entonces le pedí que me contara como había sido su encuentro con el Nagual.

– Resulta que andábamos poniendo plantón por allá en una de las colonias cerca del Cerro Colorado y en eso el Mata quiso comprar algo en una tienda, estacionó la unidad y se bajó. Como yo no quería nada lo espere ahí, pero me baje del carro porque estaba haciendo un chingo de calor. Así sin más de la nada apareció tu compa, me dio un amuleto para mí y me dijo lo que te dije. La verdad pareja me sorprendió la forma en que me localizó, también me resultó extraño que supiera que estabas guardadito. Luego pensé que pudo leerlo por ahí.

Moncayo era muy incrédulo, pero no dejaba de impresionarse. Mi compa el Nagual siempre conseguía ese tipo de reacción en él. Aunque sólo se habían visto pocas veces,  esas habían sido suficientes.

Guardé el sobre para abrirlo más tarde. En eso llegó el Kelo con el juego de Moncayo y aprovechó para cambiar el tema.

– Mira que si necesitas toda la ayuda que puedas. El lic de la O no le halla el hilo. El otro día me lo encontré medio pedo en una cantina. Entre risa y risa dijo que todo parecía una confabulación en tu contra.

– No te preocupes pareja, voy a salir de esta más pronto de lo que crees.

Mi seguridad lo saco de onda.

– Ojala pareja. ¿Recuerdas que te comenté que habíamos localizado el auto que utilizaron en el homicidio del periodista? 

– Si.

– Pero los de periciales la están jugando mucho. Me cae que si te quieren perjudicar. 

– Valeria también me contó que habían localizado a un cabrón que resultó herido en el tiroteo.

– Sí. Incluso hemos podido hablar poco con él. Los federales lo tienen bien resguardado. Pero mejor siéntate pareja porque te vas a caer cuando te diga que nos dijo.

– ¿Qué iban por mi y no por el periodista?

Mi anticipación dejo a Moncayo con el ojo cuadrado.

– A chinga el pordiosero te ha enseñado bien ¿ya también eres brujo?

– Sólo lo adivine, además he tenido tiempo para reflexionar como fueron las cosas –respondí para tratar de aminorar la sorpresa, pero no lo conseguí.

– Bueno parejón, lo que quiero que sepas es que allá afuera andamos haciendo todo lo posible por ayudarte.

– Créeme que lo se.

– Valeria es la que se va a poner bien contenta cuando le cuente de tu nuevo depa.

Ambos soltamos la carcajada.

– Y mira que si necesito relajarme.

– No te preocupes. Si le digo es capaz hasta de pedir unos días en el trabajo para venir aquí la cabrona –volvimos a reír.

Para rematar con la nube de sorpresas que había tenido Moncayo le di el número de mi teléfono celular para que se lo pasara a Valeria, y lógico para que él lo tuviera por si necesitaba llamarlo.

– No pareja me cae que la Peni te está sentando muy bien. 

Antes de que se fuera, aproveché para decirle en que parte tenía un pequeño ahorro que podían utilizar para pagarle sus servicios al lic de la O.

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

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