Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José  Gabriel López Mejía

30

Lo amoratado de mi nariz al principio se había extendido hasta los ojos, pero con el paso del tiempo.

– Supe que tú fuiste quien aviso a los guardias para que me llevaran a la enfermería –le comenté a Crescencio que como siempre estaba atento a una de sus lecturas.

– Si lo hice.

– Te lo agradezco, nunca pensé…

– ¿Que yo te fuera ayudar?

Me sentí apenado ante su pregunta.

– Creo que por fin te acordaste de mí. No te preocupes, no te guardo rencor alguno. Quizá algunos meses antes hubiera sido diferente. Las cosas son difíciles aquí, pero en mi caso creo que me lo busque.

Seguía sin saber que contestar, así que seguí recostado mirando el techo. Imaginando mil cosas.

– En lo personal a mí me ayudó mucho unirme con mis hermanos y recibir a Cristo en mi corazón. Deberías intentarlo. Todos los días nos reunimos a leer la Biblia en diferentes lugares y procuramos ayudarnos en la medida de lo posible.

– Te lo agradezco de verdad. Tu ayuda y tu ofrecimiento. Dudo ser un buen cristiano en estos momentos.

– Eso mismo pensaba cuando Cristo se acercó a mí.

– Mira puedes contar conmigo para lo que sea. Lo de antes no fue nada personal e igual alguna vez los acompañaré en sus lecturas.

Finalmente sonrió y me sentí más tranquilo, pero no baje la guardia. Nadie podía garantizarme que Crescencio no intentaría nada contra mí.

Pasaron un par de días en relativa calma antes de que recibiera otra visita inesperada.

Acababa de regresar del gimnasio, luego de una sesión de ejercicios y un baño, y estaba dormitando un poco cuando escuche al Kelo gritándome.

– Patrón lo buscan en una de las áreas de visitas.

Lo miré un poco más entusiasmado que otras veces.

– Creo que es alguien importante jefazo.

– ¿Por qué dices eso?

– De volada se nota, además lo esta esperando en la zona VIP.

– A chinga ¿hay zona VIP?

– Aquí en “el Veci” con feria de por medio hay de todo.

No podía imaginar de quien se trataba. Al menos no me venía a la mente ningún personaje tan importante que pudiera querer visitarme aquí.

Llegamos hasta una estancia privada, era un salón grande, ubicado muy cerca de las oficinas administrativas.

Incluso el Kelo tuvo que quedarse mucho antes y a mi me escoltaron un par de custodios, porque ningún preso tenía acceso a esa zona.

El salón parecía más una salita de estas donde había un par de sillones. Antes de abrir la puerta de acceso a donde estaba mi visitante, los custodios me pegaron una buena manoseada para verificar que estuviera limpio, es decir que no trajera conmigo alguna arma o algo parecido.

En uno de los sillones estaba sentado el extraño visitante.

No podía verle el rostro porque traía puesto un sombrero blanco de ala corta y como estaba leyendo algo este le cubría sus facciones.

Vestía impecablemente con un traje igualmente blanco de seda tipo sport y su camisa era azul rey, con unos zapatos de piel blancos y por lo visto muy caros.

Los guardias cerraron la puerta detrás de mí y se quedaron afuera.

No supe que hacer en un principio. Me quede parado ahí como estúpido. 

– Siéntate y ponte cómodo Calavera.

Reconocí su voz enseguida y confirme que se trataba del Coronel cuando levantó los ojos para mirarme.

– Usted si que no deja de sorprenderme Coronel.

– Me preocuparé cuando no lo logré –me acerque para estrechar su mano. De verdad me daba mucho gusto verlo, aunque no terminaba por entender su atuendo y porque tanto misterio. –Vine a ayudarte, y a que me eches la mano con algo también.

– Usted dirá si le sirvo de algo aquí prisionero.

– Si y mucho. Primero debo decirte que tu amigo Esteban Blanco fue más útil de lo que esperábamos.

– ¿Quiere decir que si recibió mi mensaje?  

– Es parte de mi trabajo estar alerta camarada. Tuvimos la suerte de poner a buen resguardo a tu amigo, nos costó trabajo pero pudimos llegar antes que todos e imponernos.

– ¿O sea que ustedes tienen a Blanco?

– Lo teníamos. Como te digo después de una gresca que se formó en el lugar de los hechos lo pusimos bajo custodia y ya luego lo interrogamos. Sabía mucho más de lo que te dijo.

– ¿Y dónde está ahora?

– Eso es otra historia. Lo importante ahora es que la información que nos proporciono ha sido muy valiosa y ahora tienes una misión que te va a sacar de aquí.

– No entiendo ¿Qué misión puedo desempeñar aquí que no sea sobrevivir?

– Gracias a una serie de investigaciones que hemos realizado ahora sabemos que desde aquí se ordenó la muerte de los policías municipales, y también del sujeto que llamaban el Topo. 

– Sigue impresionándome Coronel, pero ni así entiendo para que me necesita.

– Seguramente aquí no van a tardar mucho en averiguar que vine a verte. Que vino tu amigo un exmilitar que ahora es uno de los barones de la droga más conectado con proveedores de Colombia.

– ¿De modo que a eso se dedica usted?

– Eso deben creer aquí y si es preciso que tú pienses lo mismo bien. Mira el orquestador de esos asesinatos es un tal Paulino Zataraín, el mayor de los maicerones. No se mueve nada aquí en “la Peni” sin que él lo autorice. Sobra decirte que su influencia y poder van más allá de estas cuatro paredes.

– Si ya lo saben trasládenlo a un penal de máxima seguridad y listo.

– Ojala fuera tan fácil. El tipo tiene un ejército de abogados, además lo que necesitamos es información o que él mismo nos lleve a donde queremos llegar.

– ¿Y yo que tendría que hacer?

– Sacarlo de aquí.

– ¡Sacarlo de aquí¡ ¿Para qué? ¿Cómo? –y se me ocurrían mil preguntas más en ese instante.   

– Lo necesitamos afuera y punto. Eso es lo que debes saber por ahora.

– Es mi pellejo del que estamos hablando Coronel. Siempre lo he respetado, pero creo que al menos merezco saber más.

– Perdóname Calavera pero no puedo decirte más. Y bueno estas en tu derecho de negarte a participar, pero deberías saber que es la mejor opción que tienes para salir de aquí. Pero también debes estar enterado que no querían matar al periodista sino a ti y por lo que veo siguen intentándolo.

El Coronel aludió a mis heridas.

– ¿Qué quiere decir?

– Que los sicarios se confundieron. No pensaban matar al periodista, tú eras el blanco. Por eso llegaron algunos policías municipales corruptos para tratar de hacer lo que los otros no pudieron, pero tu astucia te salvo, no se hasta donde te dure la suerte.

– Quiere decir que el tal Paulino Zataraín me quiere muerto.

– No precisamente. Es algo complicado. Veras tenemos la certeza de que este hombre mandó a asesinar a los policías municipales porque entraron a robar algo a la casa del Topo. Existe la sospecha de que también ordenó la ejecución del Topo. No estamos seguros de eso. Los contras te quieren matar porque suponen que trabajas con el Topo y Zataraín, y que tu amiga la bailarina te pasaba información.

– ¿Los contras de quien? ¿Yo trabajar con el Topo y Zataraín? Coronel la verdad usted ya me enredó todito.

– Voy a empezar por el principio. Antes de que Zataraín fuera detenido los hermanos Malacón trabajaban con él. Todos pertenecían a la misma organización criminal dedicada al narcotráfico. Pero estos tipos son ambiciosos. Tenemos la firme sospecha que fueron los hermanos quiénes enfermos de poder entregaron a Zataraín con la esperanza de que su voz de mando se viniera abajo, pero no fue así y esto desató una guerra.

Zataraín es un genio financiero sus intereses son principalmente los negocios. Le gusta tener un bajo perfil. Cero escándalos. Los hermanos son despiadados y han querido imponer su ley con sangre y fuego. A lo mejor en un principio les importaba traficar, pero ya no es así. Ahora se han dedicado a otras cosas como secuestrar y asesinar a personas que incluso no tienen nada que ver con el mundo de las drogas, aunque su especialidad siguen siendo los bajes de droga, en especial a socios de Zataraín.

Los hermanos se fortalecieron cobrando plaza y dominando la venta de drogas al menudeo, mientras que Zataraín y su gente siguen metiendo toneladas de droga a los Estados Unidos y la guerra sigue.

Nosotros tenemos años investigando a ambos bandos, tenemos gente infiltrada e informantes.

Tu amiga la bailarina trabajaba para nosotros, y el Topo en realidad era un ingeniero civil que vendía información al mejor postor, a los americanos o a nosotros.

Ahora sabemos que a la bailarina la desaparecieron personas que trabajaban para los hermanos, y en cuanto al Topo, sabemos que los hermanos lo tenían ubicado como socio de Zataraín y por eso lo asesinaron. Pero tampoco podemos descartar la posibilidad de que la misma gente de Paulino descubriera su doble identidad.

– Con razón me quieren matar –que bueno que estaba sentado porque de otro modo hubiera azotado como res. Si creí que cuando me quitaron la cobija mojada había salido de la telaraña estaba equivocado, seguía tan enredado que poco me faltaba para que llegara la araña y me tragara.

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

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