Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José Gabriel López Mejía

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– ¡Tú sabías que estabas vivo desde el principio, que gacho¡ ¿Por qué no me dijiste nada? –Moncayo estaba como perrito regañado en un rincón. Tuve que intervenir porque la cosa se estaba poniendo fea.

– Yo se lo pedí. Es más se lo prohibí…

– Pero…

– Mira flaca, no voy a entrar en detalles ahorita, pero mi vida está en peligro. Eso no me importa. Estoy acostumbrado. Lo que no voy a permitir es ponerte en riesgo a ti, y eso es precisamente lo que hubiera pasado si te lo decimos antes –no sé si se convenció con mi respuesta, pero al menos dejó de atacar a Moncayo.

Un poco más tranquila, Valeria se metió a la cocina para preparar unos chilaquiles verdes con huevo estrellado, y eso lo aprovechamos para platicar con tranquilidad.

– Creí que te habías ido pareja.

– Bueno tenía algunas cosas que hacer, pero esos siguen siendo mis planes.

– Aquí las cosas se van a poner feas. Es un hecho que detuvieron a Lucas Malacón…

– Si me lo comentaste ayer.

– Lo confirme con algunos contactos en la federal, donde están muy nerviosos, porque aunque lo detuvieron aquí se lo llevaron a San Diego…

– ¿Cómo?

– Creo que eso no lo van a dar a conocer. De alguna forma se las van a arreglar para decir que lo agarraron allá.

– Eso es imposible. El tipo va a contratar abogados y hasta derechos humanos se puede meter.

– Pareja en que mundo vives. Cuando te traen hagas lo que hagas te chingan, y entre que son peras o son manzanas Lucas ya está en manos de las autoridades americanas. Lo que tiene preocupado a más de un compañero y funcionarios de este lado. Parece ser un arreglo que viene desde muy arriba y van a rodar cabezas.

– ¿Rodar cabezas?

– Tengo entendido que Lucas se va a convertir en una especie de testigo protegido, y como le quieren cargar el muertito del agente infiltrado que encontraron aquí…

– Pero él es el jefe de su banda ¿A quién chingados va a poner?

– Ahí está el detalle parejón, la cosa viene bien gruesa. Dicen que ahora si se van a ir a la yugular a niveles bien altos de gobierno y de paso a uno que otro peón de por aquí. Por lo pronto parece que tienen arraigado al Comisionado de la Policía Federal Preventiva de la zona.

¿Por qué no me sorprendía gran cosa la narración de Moncayo? Porque en los últimos meses mi vida se había sumido en una especie de abismo surrealista plagada de intrigas. Corrupción y pájaros en el alambre por todos lados.

Aunque Moncayo no podía asegurar al cien por ciento sus afirmaciones, me dijo que de buena fuente sabía que algo raro estaba ocurriendo.

– El Rod fue el que me dijo pareja… si el encargado de enlace con las corporaciones americanas ¿Te acuerdas de él? Dice que desde hace días sus amigos gringos andan bien sospechosos, y varias veces le pidieron su oficina para hacer llamadas y platicar con tipos que parecen militares.

Militares. Pinche Coronel. No sé porque pero este coronelito esta metido hasta las chanclas en todo este enredo. No dije ni madres. Seguí escuchando a Moncayo. Además yo que ganaba con abrir el hocico. Esa pinche telaraña ya no la desenredaba ni Dios Padre.

– Lo que me intriga es porque en los medios no se ha manejado nada…

– ¡Huy pareja¡ la verdad todo esto se ha manejado muy pero muy por debajo del agua. Tengo entendido que sólo un par de reporteros le siguieron la pista bien a los operativos, pero les repartieron su sobrecito para que cerraran la boca. Les prometieron la exclusiva a cambio de que no dieran el pitazo. Ahorita han de andar maquillando bien la cosa antes de dar una versión oficial. ¡Ya te la sabes¡

De pronto me vino a la mente la palabra federales, como acción retardada por el comentario que había hecho Moncayo sobre el Comisionado de la Federal Preventiva.

– ¿Dijiste que tenían arraigado al Comisionado de los federales?

– Huy pareja ¿No me estás poniendo atención? Sí. A ese canijo lo tienen arraigado, o por lo menos eso dicen.

Entonces otra pieza del rompecabezas apareció ante mí. El Santi y su gente andaban disfrazados de federales cuando levantaron al agente gringo por instrucciones del Don. Si mi viejo olfato de sabueso detective no me fallaba, por ahí iba el asunto. Le iban a cargar el muertito a este funcionario federal. Se lo comenté como cosa perdida a Moncayo.

– Puede ser pareja. La verdad no creo que los gringos anden haciendo tanto pancho por un simple comisionado, en una reducida zona de la frontera.

Tenía razón. Algo más grande debía estarse fraguando en las huestes del poder. Si el Coronel y el Don andaban detrás de esto, no creo que fuera ese su objetivo. Quizás Don Paulino si se daría por satisfecho de ver tras las rejas americanas a su acérrimo enemigo Lucas Malacón, pero ¿ Y el Coronel? No. Ese cabrón andaba sobre una vaca más gorda. Puedo estar seguro de eso.

Quizás todo esto lo podía resolver solamente con una llamada al viejo Coronel, pero la verdad había más desconfianza en mí de la que podía controlar, y preferí mirar los toros desde la barrera por primera vez. Hay veces que uno tiene que tomar este tipo de decisiones.

Lo innegable era que todo parecía indicar que Lucas Malacón estaba cantando como canarito en una jaula americana. Eso  iba a poner nervioso a más de uno.

Valeria llegó a interrumpirnos con los chilaquiles.

– ¿De qué tanto hablan?

– De cosas sin importancia mi amor. Cosas que es mejor que no sepas –contesté y sonreí. Como si en ese momento me creyera ajeno a todo ese desmadre. 

Quería comenzar a convencerme de que Javier Calavera estaba enterrado, y había renacido Horacio el hechicero. Un personaje que nada tenía que ver con toda esta mierda que me bañaba el cuerpo, y se esparcía por las calles, como ratas royendo huesos podridos en los basureros.

Moncayo se despidió después de comerse dos platos de chilaquiles. Lo hizo tan efusivamente como la última vez. Aproveché para decirles que quizás me quedaría con Valeria un par de días más. Ella se puso feliz.

– Creo que es hora de purificarme después de todo esto que pasó.

– Me preocupas pareja. Con esa facha y esas ondas raras, cada día te pareces más a ese médico brujo amigo tuyo.

Sólo sonreí. Ni yo me lo creía, pero parecía ser cierto.

Cuando Moncayo se fué me puse a platicar con Valeria sobre mis planes. Me sorprendí al ver que lejos de burlarse, se mostró muy receptiva a todo lo que le decía.

– Voy a un retiro espiritual. Ahora me llaman Horacio el hechicero –las viejas siempre son mas dadas a esto del esoterismo. Tienen la mente más abierta o su famoso sexto sentido les ayuda, porque la flaca tenía una sonrisa del tamaño del mundo en sus labios de puritito orgullo.

Toda la mañana nos la pasamos recuperando el tiempo perdido. Haciendo el amor en cada rincón de su departamento. Por la tarde Valeria salió a la oficina para pedir un par de días de descanso más. Aproveché también para salir a caminar. Tomar un poco de aire, porque sentía algo de ansiedad. Había vuelto el dolor de cabeza y parecía que me faltaba el aliento.

– Veo que estás listo –el Nagual estaba sentado al pie de un árbol en un parque al que llegue después de caminar como tres calles.

– ¿Por qué no me sorprende verte?

– Está saliendo el hechicero que tienes dentro. Ya arregle todo para salir en un par de días. Mientras puedes seguir disfrutando con tu novia.

– Me he sentido algo mal de salud.

– Nana Tencha sabrá que hacer. No te preocupes ¿Te parece si nos vemos en el rancho en un par de días para salir?

– Está bien.

– Te traje esta esencia de flores. Tómate cuatro gotas cada seis horas, o disuélvelas en un litro de agua. Eso te va a ayudar mientras llegamos con la abuela.   

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

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