Arturo González Cruz, crucificado en su propia cruz

Arturo González Cruz, crucificado en su propia cruz

Columna de opinión

Se podría pensar que fue un traspié político o una reacción momentánea, pero quienes conocen al alcalde de Tijuana, Arturo González Cruz, opinan que el bochornoso acto de ayer, de mandar un regimiento completo de policías, a sus empleados de Bienestar y de la oficina del Deporte municipal para impedirle el paso a la Unidad Deportiva y Cultural de la colonia Gran Tenochtitlán a la comitiva del delegado Único Federal, Jesús Alejandro Ruiz Uribe, pinta de cuerpo completo la personalidad del empresario.

A través de su vida pública y privada, Arturo González ha exhibido sin tapujos los rasgos de su personalidad: despotismo, arbitrariedad y altanería con los que oculta un bajo nivel de autoestima que le producen patologías como la desconfianza y la duda sobre los “otros”. A esas personalidades, el poder económico –y ahora- el poder político, les permite suplir/ocultar sus defectos de carácter.

Pero miren que ayer los puso en relieve ante la opinión pública.

No le importó el espectáculo vergonzoso ni las consecuencias políticas ni la opinión de la ciudadanía, y ordenó esa maniobra incivilizada que lo descobija a él y que compromete a su gobierno.

Que lamentable para el grupo de jóvenes crédulos que lo acompañan en su administración y que ayer fueron obligados a participar en esa arbitrariedad e indecencia política azuzada por una persona que se dice político y que dice gobernar Tijuana, ¡la cuarta economía del país!

Pobreza mental y pobreza política.

Porque si Arturo González Cruz pensó que si con ir a supervisar las obras en la Gran Tenochtitlán, Jesús Alejandro Ruiz Uribe le iba quitar la delantera en la carrera por la nominación en MORENA, ¡del partido de ambos!, para la gubernatura del estado, estamos hablando de un hombre apocado y con más titubeos que confianzas en su mismo.

Ni siquiera a justificado celo político llega la actitud del “flamante” alcalde de Tijuana, si se hace una valoración superficial de esos acontecimientos de los que tomó nota la ciudadanía informada de la ciudad.

Tijuana no se merece gobernantes así, uno como Arturo González Cruz que gasta parte de su escaso tiempo de gobierno, en quitar la foto de un exalcalde de los muros del ayuntamiento, o que ordena quitarle la membresía, a ese mismo personaje, de un club de ricos, y que se pelea como si fuera su enemigo, con la síndica procuradora de su gobierno.

Siempre han dicho los grandes escritores de la literatura universal que el poder del déspota es la soledad absoluta.

Arturo González Cruz deambula en el laberinto de su soberbia.

¿Usted querría que fuera su próximo gobernador del Estado?

admin

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