Jose Riaza
Libro: Retales de anarquía
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“El músico es probablemente el más modesto de los animales,
pero también el más orgulloso.”
Erik Satie
Me canso de oír que las canciones son como hijos pero he de afirmar que si son lo son también son como novias, amantes, esposas, hijas. Porque te gusta verlas crecer, ver como cambian y aprenden a caminar solas por la vida. Te enojas o te asombras al ver como las toca otro que no eres tú pero también te alegras porque eso magnifica su belleza. Son esposas porque te cansas de ellas y tienes que revestirlas de cuero, darles un látigo sadomasoquista o ponerles el trajecito a cuadros de Lolita para que sigan excitándote. Recuerdo a Mary Jane nació allá por el 2007 y cumplimos una década tocándola, ¿Cómo no me va a cansar que vista con hombreras y el pelo cardado? ¡Ya no estamos en los años ochenta! Le acelero el pulso, le compro un liguero nuevo y se ve tan linda, sexy y radiante como cuando nos conocimos. Me acuesto con ella, me quiere y la quiero, pero me vuelvo a cansar del mismo rostro, el mismo cuerpo. Pero la amo y contradictoriamente vuelvo a ser injusto con ella pues la infravaloro por la fuerza de la costumbre. Pero al ver a mi hija dormir a mi lado redescubro su belleza y quiero tocarla de nuevo. Esa es mi relación con las canciones, incestuosa como la vida, del amor al tedio y viceversa. Esa es la endogamia de las canciones.
