Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José Gabriel López Mejía

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  • Vamos a seguir a mi compa hasta la comandancia –les dije al Pato y el chofer mientras me ponía el pasamontañas en el rostro y cortaba cartucho con la pistola que traía.
  • ¿Para qué? Cómo que es mucho arriesgarse ¿No crees? –preguntó el Pato.
  • Yo sé que no me lo vas a creer, pero tengo un mal presentimiento.
  • ¿Qué no confías en tu compa?
  • No se trata de eso –y no se trataba de eso. Con aquellos huevos con los que Mata había dicho las cosas. No me había gustado nada su tonito. Después de tantos años en esto, la cosa no me estaba gustando nada.

Eso y un mal presentimiento que traía desde que salimos de la casa de seguridad del Tito me tenían muy intranquilo.

Tratando de no levantar muchas sospechas le envié un mensaje de texto por el celular al Coronel para que supiera la ruta que seguíamos con el detenido y mandara a un grupo de sus muchachos de avanzada a discreción para no levantar las sospechas de Moncayo y evitar suspicacias.

Minutos después de que envié el mensaje, alcancé a ver a los lejos luces azules y rojas de patrullas, pero no se oían las sirenas.

  • Ahí vienen unas patrullas –y el chofer tenía razón las patrullas venían directito hacía nosotros.
  • Pareja aquí vengo atrás porque parece que vienen unos cerdos municipales a hacerla de pedo –le llamé a Moncayo en cuanto vi que era evidente que las tres camionetas de municipales venían directito a nosotros.

Moncayo prendió los estrobos de su patrulla para identificarse y no paro la marcha. Una de las camionetas pitó para que nos detuviéramos pero no hicieron caso.

Sin que les dijera nada el Pato y el chofer se pusieron unos pasamontañas.

Sólo pudimos avanzar unos metros cuando una de las camionetas nos interceptó en sentido contrario.

  • ¡Nos cayeron unos municipales patrón!

Fue lo alcancé a escuchar que el Pato le decía a alguien por celular, cuando agarré un rifle y me baje en chinga de la camioneta para encañonar a los municipales que pretendían rodearnos.

  • ¡Policía Ministerial ábranse a la chingada estamos trasladando a un detenido! –grité mientras les apuntaba con el rifle.

Todo fue tan rápido. En un ratito cuatro pinches uniformados nos apuntaban con sus rifles de asalto pero guardaban su distancia porque vieron que a ninguno de nosotros se nos arrugó.

  • ¡Bajen sus armas y váyanse a la chingada o aquí va a valer madre! –gritó el Pato. Ya para entonces el intercambio de gritos era constante, porque los municipales también nos querían desarmar.
  • ¡Identifíquense hijos de la chingada que nos acaban de reportar un levantón por esta zona! –gritó uno de los municipales. Hasta entonces pude identificar al Gordo Colorado encabezando a los municipales.

Moncayo había sacado su inseparable escopeta chaquetera. Estaba parado junto a su patrulla cubriéndose con la puerta del piloto, y con un brazo extendido mostraba la placa que lo identificaba como agente policiaco.

Cuando identifique al Capi Colorado supe que todo esta era una trampa porque estaba muy lejos de su jurisdicción.

  • ¡Bajen sus armas están todos detenidos! –gritó el Capi Colorado.

Obviamente nos superaban en número. Nosotros éramos tres y pude contar al menos ocho policías municipales armados todos con rifles de asalto.

En cualquier momento podía suscitarse el primer disparo, pero creo que nadie ahí quería ser el primero en hacerlo.

  • ¡Al primero en acercarse a la patrulla le voy a tumbar la cabeza! –gritó Moncayo – ¡Quiero saber quien chingados está a cargo porque ya pedimos refuerzos y vienen en camino¡
  • Aquí nos va a llevar la chingada Calavera –me dijo en corto el Pato en medio de todo el barullo.
  • ¡Hasta que no se quiten las pinches capuchas, nadie se mueve!

Fueron minutos de mucha tensión que se pusieron peor cuando a lo lejos se escucharon más sirenas.

  • ¡Te digo que ya nos cargo la chingada mejor vámonos de aquí ahorita que tenemos chance! –me volvió a decir el Pato sin dejar de apuntar con el rifle a los municipales.

Creo que en ese momento recé para que no fueran más municipales y me funcionó. Por desgracia tampoco era la gente del Coronel. Se trataba del Comandante Alatriste y varias unidades de la Policía Ministerial. Al cabo de segundos el número de cañones se multiplicó y alcancé a ver como algunos municipales ya estaban forcejeando a empujones con la gente de Alatriste.

Nosotros no nos movíamos ni un milímetro. A lo lejos pude observar como el Capi Colorado ya tenía el rostro todo desencajado, porque obviamente se le había caído el jalecito que pretendía realizar.

Nosotros debíamos tener el mismo rostro escondido bajo los pasamontañas, porque obviamente estábamos de más y metidos dentro de la boca del lobo. No teníamos escapatoria.

Por si faltara poco, de pronto se escucharon mas patrullas. Eran varias patrullas de las azules de las fuerzas federales que todavía ampliaron más el perímetro.

  • ¡Esto ya se nos puso muy feo Calavera! –me gritó el Pato mientras la discusión entre el Capi Colorado y el Comandante Alatriste continuaba.
  • ¡Ustedes los de las capuchas bajen sus armas! –gritó uno de los ministeriales.
  • ¡Aquí nadie va a bajar nada, traemos un detenido peligroso! –grité desesperado.
  • ¡Que bajen sus putas armas y se identifiquen! –volvió a gritar el Ministerial.
  • ¡Ellos vienen conmigo! –el gritó vino de una persona a la que de principio no identificaba y nos había salido por detrás –Soy el Teniente Arnulfo Míreles del Departamento de Inteligencia Militar, y estoy a cargo de esta operación.

Nunca creí que escuchar ese nombre me causara tanta alegría.

  • Javier pueden bajar sus armas –entonces le hice una seña al Pato para que bajara su rifle.

Hasta entonces aquella escena empezó a relajarse. Aunque no del todo. Ya nadie se apuntaba con las armas.

  • Soy Calavera Teniente –le dije en voz baja cuando se me acercó. En ese mismo tono me pidió que no me fuera a quitar la capucha y le siguiera la corriente.
  • Dile a tu gente que se suba a la camioneta y tú acompáñame, vamos por el detenido –y eso hice pidiéndole al Pato y al chofer que no se fueran a mover de la camioneta hasta que yo les dijera.
  • ¿Y qué vamos a decir si nos preguntan algo?
  • Que vienen con el Teniente Míreles y son de Inteligencia Militar, nada más. Después compórtense como guachos sin dar más explicaciones.    
  • ¿Dónde está el detenido? –me preguntó Míreles.
  • En aquella patrulla de allá. Aquel que está con el policía gordo pelirrojo es el Comandante Alatriste, el jefe de los ministeriales.

Junto con Míreles venían dos gorilas también con pasamontañas.

  • ¿Quién está a cargo aquí? –el tono del Teniente era verdaderamente imponente.  

Ataviado con su inseparable tejana, y el bigote rubio tupido, Alatriste dio un paso al frente y se presentó.

  • Bien la gente de la Policía Municipal ya se puede retirar no hace más falta por aquí.
  • ¡Mire mi amigo nos reportaron un secuestro en progreso. De aquí no nos vamos hasta saber que está sucediendo! –el cerdo Colorado quiso hacerse el valiente pero no le sirvió de mucho.
  • Ya tuvimos la cortesía de informar a sus superiores hace unos minutos. Si no le han hablado es su problema. Pero si no retira a su gente de aquí en los próximos cinco minutos me lo llevo detenido por interferir en una operación militar –la respuesta de Míreles fue tan firme que al cerdo no le quedó otro remedio más que bajarle de huevos. Además como por arte de magia uno de sus achichincles le paso una llamada que seguramente era de sus jefes, porque de volada emprendió la graciosa huída.
  • Comandante lamentó decirle que nos vamos a llevar al detenido que tienen en una de sus unidades…
  • ¡Ustedes no se van a llevar a nadie!
  • Eso no está a discusión Comandante. La detención la llevaron a cabo nuestros muchachos, quisimos entregárselos a ustedes porque sabemos que tiene cuentas pendientes con la autoridad estatal, pero por lo que veo no pueden garantizar la seguridad del detenido, y como es una pieza fundamental de nuestra operación, no me queda otro remedio más que retirar la oferta inicial. 

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

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