Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José  Gabriel López Mejía
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El tono de alarma sísmica que he olvidado cambiarle a mi celular, no sólo me despertó de un sobresalto, sino que me activó el dolorón de cabeza  por la crudota.

Era Moncayo para avisarme sobre una ejecución, y me pasó la ubicación para vernos en el lugar, una colonia de esas típicas de Tijuana llena de cañones y basura.

Antes de empezar a pensar en los pocos datos que me había proporcionado mi compañero, me dirigí al refrigerador en busca de una cerveza para aliviar el dolor que se me extendía desde la frente hasta el cuello, pero que no era producto más que de una infame cruda bien merecida después de haberme desvelado mirando el número de la brasileña.

Cuando abrí el refrigerador el dolor se me agudizó. No había una sola cerveza. No tuve más remedio que preparar un sal de uvas y esperar a que hiciera efecto.

El efervescente no había servido de mucho, así que de camino me detuve en una tienda para comprar una cerveza, la bebí de inmediato y continué mi camino hacia el sitio del homicidio.

Me abrí paso entre varias patrullas que estaban amontonadas en torno al listón amarillo que había servido para acordonar la escena del crimen.

Moncayo estaba dentro del patio de la casa tomando nota de lo que le decía un uniformado. Ya habían tapado el cadáver con una sábana blanca.

La cerveza estaba haciendo efecto cuando alguien me tomó por el hombro.

– ¿Estuvo buena la fiesta Calavera? –era Carreño un viejo amigo de la policía municipal. Le di una palmada en la espalda y continúe mi camino hasta donde estaba Moncayo.

– ¿Qué pasó jefe? ¿Ya conoció a la brasileña?

El tono burlón de Moncayo me ocasionó una nueva punzada en la frente, esta vez del lado derecho.     

– ¿Que tenemos?

– Lo de siempre una ejecución entre pandillas…

– Veo que ya lo tienes resuelto todo –Moncayo comprendió que no me hacían gracia sus comentarios.

– La víctima es un hombre robusto, cabello a rapa, al parecer emigrado. Los vecinos no lo veían mucho por aquí. Esta debe ser casa de algún familiar, porque según los testigos siempre esta vacía, sólo algunos fines de semana que el pelón se daba sus vueltas por acá.

– ¿Tienen alguna idea de quién es?

– Pues el tipo de la esclava –señaló hacia un individuo que estaba recargado en una vieja camioneta de redilas mirando fijamente hacía donde estábamos parados –dijo que le decían “el Topo”, debe ser por la forma de su rostro, la nariz medio respingada, pero como jalada para atrás y los ojos pequeños. La verdad que si parecía roedor.

– ¿Lo conocía?

– No exactamente. Según él, alguna vez se tomó un par de cervezas con el Topo. Siempre que lo veía por aquí. Lo saludaba y platicaba con él cosas sin importancia.

El testigo no perdía detalle de nuestra plática. Le hice una seña para que se acercara. Se hizo pendejo, el desentendido.  

Tenía una cara de malandro que no podía con ella. De esos que no bajan de puercos a los policías.

Sin decir palabra movió su cabeza esperando que yo dijera algo.

– Necesito hacerte un par de preguntas.

– Ya hable con su compañero –contestó cortante.

– Pues ahora vas a hablar conmigo. 

Le puse la mano en el hombro y le di una ayudadita que saliera de la casa.

– ¿Así que tú lo conocías? –le di un apretón en el cuello para que cruzara la calle. Lo más lejos de tanto mirón.  

– Tanto como conocerlo no. Ya se lo dije a su compañero –alzó la voz y con su mano derecha trató de evitar el apretón.

Igual que a Moncayo me llamó la atención la gruesa esclava gruesa de plata que traía en su muñeca derecha. Donde también sobresalía el tatuaje de una serpiente.

– Mira amigo no quieres verme encabronado.

– Asústame panteón.

– Así que te quieres hacer el gracioso –estaba tan encabronado que no me di cuenta en que momento le puse las esposas y lo arrastré hasta el cuartucho donde vivía -¿Dónde chingados está la droga méndigo pocho de mierda? ¿Quieres que hable con mis compas los gringos para decirle que aquí andas en Tijuana violando tu libertad condicional?

No le di tiempo a los mirones de darse cuenta como lo tenía encañonado con media cabeza metida en el escusado.

– Mire, sólo me tome un par de cervezas con él anoche, luego me fui a dormir y me despertaron los balazos, yo no tuve nada que ver con eso. De verdad.  

– Yo no te pregunte eso.

– Le decían el Topo y sólo sé que su nombre de pila era Oscar, pero nunca le pregunte sus apellidos –le saque la cabeza del escusado y lo deje respirar.

– Ya ves cómo nos vamos entendiendo ¿A qué se dedicaba?

– Oiga no lo sé. La vida me ha enseñado a no hacer muchas preguntas, y menos con tipos como ese con amigos peligrosos. Usted me entiende.  

– ¿Qué tipo de amigos?

– Chinolas escandalosos. Mangueras, y uno que otro pandillero que venía a fumar yerba con él.

– Para ser un hombre que no hace muchas preguntas estas bien informado. Pero sigues como que te sigues haciendo pendejo.  

– Mire no se a que se dedicaba. Él decía que trabajaba al otro lado de chofer. Además sólo venía un par de veces a la semana en su trocka, esa que està parkeada allá –señaló hacía una camioneta color verde aguacate. Setenta y tantos. Muy bien cuidada y  lucía unos rines cromados –siempre venía con una vieja distinta, aunque todas parecían pirujas.

– Y cuando oíste los disparos ¿qué hiciste?

– Salí a ver que estaba sucediendo, pero sólo alcance a ver que un auto blanco con dos o tres personas dentro salía huyendo a toda prisa.

– ¿Ya le diste tu nombre a mi compañero?

– Si.

– Espero que estés disponible si te necesito luego –le quité las esposas y lo deje salir del cuartucho.

Ordené que remolcaran la camioneta del Topo a la comandancia.  Carreño volvió a acercarse para decirme que sus hombres habían encontrado el auto blanco a unas cuadras de ahí. Me explicó que varios testigos dijeron que el Topo estaba en la puerta de la casa bebiendo una cerveza cuando llegaron los asesinos, intercambió un par de palabras con ellos, y luego cuando les dio la espalda, probablemente para ir por algo a la casa, le dispararon con una pistola automática.

– Abandonaron el auto a unas cuadras de aquí. Luego continuaron en una panel café. Ya verificamos el carro blanco tiene reporte de robo.

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

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