Donde la oscuridad penetra

Donde la oscuridad penetra

Novela Policiaca

Hamlet Alcántara

Foto: José Gabriel López Mejía

79

Era cerca del mediodía cuando finalmente me di un buen baño para ver si con eso me bajaba un poco el dolor de cabeza que traía por la crudota que me cargaba.

Todavía pensando en ese sueño pachecote. Estos cabrones van a querer asesinar al Procurador. Pinche sueño. Ahí estoy repítelo y repítelo en el baño.

No puedo considerar que esto sea real.

El Nagual me sorprendió limpiando el vómito de mi cuarto.

– Buenas tardes Horacio.

– ¿Cómo sabes ese nombre? –el dolor de cabeza y toda la resaca me tenía molesto.

– Los Maestros del Cosmos te han bautizado ya como Horacio el hechicero. No hay nada que puedas hacer.

– No me salgas con mamadas ahorita, porque ando que me lleva la chingada.

– Si lo sé. Por eso te preparé esta bebida. Seguro te sentirás mejor después de beberla.

Lo miré de arriba abajo. Pinche Horacio el hechicero. Con el méndigo dolor de cabeza no tenía humor para esas estupideces. Agarré el vaso que me ofreció el Nagual y de un trago me tomé un líquido café con sabor amargo.

– ¿Qué chingados es esto?

– Algunas hierbas que te van a servir para reponerte.

– No me has contestado ¿Cómo sabes ese nombre?

– Tú me lo dijiste ayer ¿No recuerdas?

– Me olvidaba que estaba hablando contigo –me sentía idiota sólo con pensar en la posibilidad de que el Nagual hubiera podido meterse en mis sueños, y conocer los detalles.

– Es normal que te sientas así. A todos nos pasa la primera vez.

– ¿La primera vez?

– La mayoría de los brujos trabajamos desde los sueños.

– ¿Quieres decir que sabes lo que soñé?

– Claro. Estaba ahí. Tú me permitiste entrar.

– Perdóname carnalito pero la verdad es que esto me confunde. A ver ¿Quiere decir que todo lo que miré sucedió en realidad?

– Sí.

El pinche Nagual sonaba tan seguro y yo seguía sintiéndome como un verdadero estúpido con la pura idea de considerar que todo eso fuera cierto. Ya me viera tratando de llegar al Procurador. Fíjese licenciado que una bola de mañosos están planeando su asesinato. Bueno aunque eso no sería ninguna novedad. Bonito me iba a ver a la hora de las explicaciones. No pues me enteré porque lo soñé…

– Tuviste un viaje astral.

– ¿Un viaje que? 

– Astral. Tu espíritu abandonó tu cuerpo. Horacio el hechicero hizo de las suyas.

– ¡Qué Horacio el hechicero ni que ocho cuartos¡

– Ya no esta en tus manos.

– ¿Y qué tengo que hacer? No me digas que tengo que ir a la oficina del Procurador y decirles: hola soy Horacio el hechiceros, fíjense que ayer me salí de mi cuerpo y caché a una bola de mañosos, incluyendo a un policía ministerial, planeando un atentado contra el licenciado…

– Ojala fuera tan sencillo.

– Exacto ojala fuera tan sencillo. Porque la verdad ni yo mismo puedo creer lo que esta pasando. Además yo no pedí ser el tal Horacio el hechicero, fue una mamada que se me ocurrió para pasar desapercibido…

Las carcajadas del Nagual me interrumpieron.

– ¿De qué te ríes?

– Para ser policía a veces haces cosas un poco fuera de lugar.

– ¿Cómo?

– Como se te ocurre que alguien que dice ser un hechicero va a pasar desapercibido. ¿Por qué no mejor dijiste que eras plomero, albañil, ingeniero o que se yo?

– Bueno es que no se me ocurrió en ese momento.

– Es que fueron los Maestros del Cosmos quienes te bautizaron en ese momento. Es una elección que tú tomaste, pero no en ese momento, sino incluso antes de nacer en esta vida, sólo que la hora ha llegado y Horacio el hechicero debe despertar.

– No cabe duda que cada día se aprende algo nuevo. Que bonito. Estoy más que sorprendido con esto carnal. ¿Y qué? ¿Ahora se supone que debo creerte, así como así?

– No se trata de creerme. Debes creer en ti. En el nacimiento de Horacio el hechicero que no tiene nada que ver conmigo. Porque te aseguro que él no te va a dejar así como así.

– No mames. Perdóname que te lo diga.

Entonces el Nagual me agarró por los hombros y me llevó frente a un espejo.

– Mírate bien. Ese que está ahí no se parece ni tantito al Javier Calavera que conocí.

– De eso se trata nadie tiene que reconocerme.

– Así es. Tienes toda la razón. Javier Calavera murió y ese que está ahí es Horacio el hechicero. Tú elegiste ser él y ahora tú supervivencia depende de que esto sea real.

Me quedé sin palabras. Así mirándome al espejo. Había perdido peso. Mi cabello estaba tan largo y como no me había rasurado en un buen tiempo la barba y el bigote ya cubrían buena parte de mi rostro.

Traía una camisa de manta igual que el Nagual. La agarré porque se me hizo fácil al verla ahí colgada en el clóset del cuarto. Ni yo mismo me reconocía.

El Nagual tenía razón. Para la gran mayoría de la gente Javier Calavera había muerto, y de estar vivo no sería más que un delincuente prófugo de la justicia.

– Creo que es hora de aprender hermano mío –sus palabras rompieron el hilo de mis pensamientos. Aunque me resistía a creer aquello del viaje astral, tenía que cambiar de identidad.

– La verdad no sé. Sigo bien sacado de onda.

– Creo que tú nunca has sabido lo que significa ser Nagual…

– Bueno allá en mi pueblo decían que los Naguales son hombres que se convierten en animales. Pero… ¿Eso que tiene que ver con lo que estamos hablando?

– Se puede decir que los Naguales somos los artistas del mundo de la brujería.

No este compa si que fuma de la más barata.

– ¿Artista?

– Si artista, por decirlo así. Esto de la magia o brujería como prefieras llamarle ha existido desde el principio de los tiempos. El mago o el brujo es aquel que sabe manejar las energías, porque todo en el universo esta hecho de energía. El brujo debe conocer perfectamente bien la naturaleza y saber manejar los elementales a su favor. Aunque hay reglas. En el caso de nosotros los Naguales, nuestro don, digámoslo así, es disfrazarnos de animales y para ello es preciso observar, estudiar detenidamente para saber el papel que vamos a desempeñar en cada una de nuestras conversiones…

El timbre del celular nos interrumpió.

– ¿Horacio el hechicero? –no pude reconocer ni el número, ni la voz de quien me llamaba.

– Si ¿quien habla?

– Rogelio Colorado, el Capi, el amigo de Esmeralda ¿Me recuerda?

– Si claro ¿Cómo consiguió mi número?

– ¿Qué pasó mi hechicero falta de confianza? Recuerde que soy policía, mi trabajo es investigar. Espero que no me lo tome a mal, pero la Esme me pasó el número porque le tengo un trabajito urgente.

Ahora si más me valía verme realmente como Horacio el hechicero. Pinche marrano. Pinche artista de la brujería.

Continuará, siguiente capítulo el próximo lunes.

#QuédateEnCasaYLee
#ColecciónEditorialDictamenBC
#LasAventurasDelCalvera 

#ComparteLaLectura 

admin

Entradas relacionadas

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *